Cicuta en el S. XXI


Son muchos los motivos por los que debe ser Sócrates y no otro, el protagonista de la primera entrada de mi blog. Es casi un deber, un imperativo de la razón.

Porque es el fundador y maestro del callejear. En la Atenas del Siglo V A.C., Sócrates callejeaba filosofando en las calles, callejas, plazas y plazoletas. No enseña, conversa. No escribe nada, habla, dialoga, interroga.

Porque es él un modelo de educador. Entiende la educación de forma contraria al sofista,  la clave no está en introducir contenidos en la mente de las personas, de tal modo que lo que yo sé te lo enseño y tú lo aprendes, sino que  consiste en ayudar a las personas a que por ellas mismas descubran la verdad que ya poseen. Se inspira en su madre que fue partera (comadrona) y del mismo modo que ella no tiene a los niños sino que  ayuda a tenerlos y sacarlos del interior de la madre, así él solo ayuda a llegar a la verdad. No consiste en convencer, no consiste en manipular, tampoco en amaestrar.

Porque es él uno de los hombres más importantes de la historia. Un hombre humilde, coherente, justo, honrado. Buena persona. Buen ciudadano.  

En el 399 A. C. Sócrates es condenado a muerte. La sentencia oficial le acusa de corromper a la juventud. Su condena consiste en beber cicuta y de este modo acabar con su vida. Corromper a la juventud significa que condenan a Sócrates porque interroga al joven ateniense, le hace pensar, le invita a atreverse a bucear en su interior, le anima a ser crítico. Enseña que él, por sí mismo, puede y debe llegar a la verdad y de este modo no dejarse engañar, no dejarse embaucar. En el 399 a. C. la democracia comete una injusticia contra un buen ciudadano.

Nos cuenta su discípulo Platón que bebe la cicuta de forma serena, sin temblor en las manos, sin rabia en la mirada, sin odio en las palabras y con una sorprendente serenidad. Acepta su muerte y su condena negándose a huir. Mientras tomaba la cicuta rodeado de amigos hablaba sobre la inmortalidad del alma convencido de que la vida que empezaba era mejor de la que terminaba.

Nihil novi sub sole, la historia se repite. Los gobernantes de hoy quitan la filosofía de las aulas. ¿Por qué? Los mismos motivos de aquellos atenienses intuyo que son hoy los que están en el pensamiento de los que toman la decisión. La filosofía es peligrosa. No interesa que un joven piense por sí mismo. No interesa que un joven sea crítico. Conviene que un joven estudie y reproduzca lo aprendido. Conviene que un joven siga el patrón establecido. No interesa despertar al joven y conviene que esté dormido. Tienen la vida en sus manos, el poder en sus labios. No tienen miedo a casi nada y un futuro en blanco. Son peligrosos. Tienen miedo a que que el millennial piense. Saben que un “millennial pensador” es el arma más poderosa de este mundo.

Querido Sócrates, cada día intento convertir mi aula en una pequeña ágora ateniense, también yo quiero despertar en los jóvenes alumnos la pasión por pensar, la pasión por vivir. Invito a los alumnos a pensar por ellos mismos, la filosofía me permite darles herramientas para que vuelen, para que piensen, para que se construyan, para que sean felices, para que cambien el mundo… pero a mí y a ellos nos están obligando a beber cicuta. Una peligrosa cicuta del S. XXI.




Platón, en su diálogo Fedón, recoge las últimas palabras de Sócrates antes de morir:

En efecto, ¡oh Simmias y Cebes!, si yo no creyera, primero, que iba a llegar junto a otros dioses sabios y buenos, y después, junto a hombres muertos mejores que los de aquí, cometería una falta si no me irritase con la muerte.  Pero el caso es, sabedlo bien, que tengo la esperanza de llegar junto a hombres que son buenos; y aunque esto no lo afirmaría yo categóricamente, no obstante, el que he de llegar junto a dioses que son amos excelentes insistiría en afirmarlo, tenedlo bien sabido, más que cualquier otra cosa semejante.  De suerte que, por esta razón, no me irrito tanto como me irritaría en caso contrario, sino que tengo la esperanza de que hay algo reservado a los muertos: y, como se dice desde antiguo, mucho mejor para los buenos que para los malos. 

3 comentarios :

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Muy bien escrito Calleja!!
    Una gran reflexión... hay demasiadas cosas que habría que replantearse en este s.XXI
    Por cierto... Leerte ha sido como teletrasportarse en el tiempo y volver a una clase de los Maristas.

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  3. Muchas gracias Nacho. Espero que esta "teletransportación" de la que hablas te haya hecho feliz y recuerdes aquellos años con cariño. Un abrazo.

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