No todo está en Google


Parece que nadie discrepa en afirmar que vivimos en la sociedad de la información (Hablar de revolución tecnológica o sociedad tecnológica ya es hablar de épocas pasadas). Las tecnologías de la comunicación han provocado que toda la información esté disponible de forma asequible para todos.  De forma rápida y casi en cualquier lugar podemos acceder a la información. Para el ser humano, que es curioso por naturaleza, el que las fuentes de información sean tan accesibles es una gran ventaja. Si sentimos la curiosidad de saber alguna fecha, o saber quién es un personaje, o interesarnos por un acontecimiento histórico, o cuales son las obras de un autor, o cómo hacer una derivada, o…  basta con sacar el dispositivo móvil y guglear.

La sociedad de la información ha inventado palabras como guglear, guasapear, tuitear, facebookear… algunas admitidas en la RAE y otras no (bendita primera conjugación). A mí se me antoja ilusionante sentir y comprobar que el lenguaje está vivo.

Los alumnos pueden acceder de forma rápida y sencilla a todo el conocimiento que según las leyes de educación tienen que saber. Más aún, buenos profesores cuelgan sus clases en youtube y los alumnos pueden, desde la comodidad de su habitación o el lugar que elijan, visualizar el vídeo, pararlo a su antojo, retroceder si se han perdido en el discurso y volver a retomarlo las veces que quieran. Todo son ventajas.

Vivir en la sociedad de la información no puede resultar algo ajeno en nuestra tarea educativa. Si un alumno siente que las clases que su profesor imparte pueden estar en Google esa clase pierde sentido. No sirve. Ya no.

Pero ¡cuidado! No todo está en Google. Creo que este es el mensaje urgente que tenemos que comunicar a los alumnos. Intuyo que nuestras clases y nuestras materias solo tendrán sentido si somos capaces de explicar, de transmitir y de provocar aquello que no está en Google y que además suele ser lo esencial y más importante.

Nuestras aulas deben ser espacios donde los alumnos puedan trabajar con otros compañeros, conectar la materia con su vida, discutir sobre distintos puntos de vista, debatir sobre un tema, recitar poemas, evaluarnos unos a otros, expresar sentimientos, vivir experiencias y compartirlas, contrastar opiniones de forma libre, discernir entre distintas respuestas, pensar… todo esto no lo encontrarán en Google.

Además de enseñar que no todo está en Google debemos enseñar que no todo lo que está en Google vale. La sociedad de la información ha provocado que encontremos demasiada información, a veces contraria, a veces falsa. Ya no es el profesor la fuente primera de información, no es el que más sabe. Ha cambiado nuestro rol, ahora debemos enseñar a nuestros alumnos a buscar de forma inteligente, a navegar por este "caos" de información. Es la realidad que viven y no podemos evadirla.

El reto al que se enfrenta el profesor actual es provocar la curiosidad en sus alumnos. Debemos ser provocadores. Alguna vez me ha pasado que en el hilo musical de una tienda a la que entro escucho la música que suena y me ha gustado la melodía, me ha gustado una frase que he sido capaz de distinguir en medio del ruido, me ha llamado la atención una frase, me ha seducido la voz del intérprete… he llegado a casa y he empezado a buscar esa canción hasta dar con ella. Algo así tiene que pasar en nuestras clases. Los profesores tenemos la tarea de inspirar, de despertar la mente de los niños y adolescentes. Que en medio del “ruido” que invade a nuestros alumnos seamos capaces de lanzar alguna idea sugerente, un tema atractivo, una palabra que les inspire, un tema que les inquiete… para que al llegar a sus casas ya puedan ellos seguir investigando, ampliando, contrastando…

Creo firmemente que al ser humano no le gusta estudiar, pero sí aprender. El hombre es curioso por naturaleza, solo hay que atreverse a preguntar. Sapere Aude.







Publicar un comentario

My Instagram

Copyright © callejeando con calleja. | Diseño personalizado por Mónica Lemos