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El efecto 2000. La muerte de la Ética


En los últimos años del siglo XX se habló mucho del efecto 2000. Los ordenadores se iban a desconfigurar, las horas y fechas de todos los aparatos electrónicos iban a desaparecer, los robots dominarían el mundo… nada de esto sucedió. El mundo siguió girando de la misma manera. Sin embargo, hace unos días caí en la cuenta del verdadero drama del efecto 2000. Los niños y niñas que nacieron ese año fueron los últimos que estudiaron la asignatura de Ética en 4º de ESO. Con aquella nueva ley educativa despareció la ética.

Estos niños del 2000, hoy jóvenes que terminan segundo de bachillerato, fue la última promoción que en su horario escolar se enfrentaban a la asignatura de Ética. Esta asignatura pretendía ser una “aperitivo” a la filosofía de bachillerato. Una puerta de entrada al pensamiento crítico y a la fundamentación en valores. Durante muchos años fue una asignatura obligatoria que invitaba al adolescente que dejaba de serlo a pensar, reflexionar, decidir, establecer una escala de valores, aprender herramientas para madurar y ser libres. En definitiva, era un espacio donde el alumno se enfrentaba a su recién estrenada juventud para darse cuenta por él mismo de que no todo vale y ser FELIZ. De forma silenciosa desapareció. Se suprimió del curriculo sin darnos cuenta.

Algunos “políticos” defensores de la nueva ley, decían por aquella época que era una asignatura que "adoctrinaba". No caigáis en la trampa, no es cierto. Un profesor malintencionado puede adoctrinar desde cualquier asignatura. Como siempre, el debate se convirtió en una cuestión política donde lo que menos importaba era la naturaleza de la asignatura y la vida de los alumnos.

Hoy los alumnos aprenden muchos contenidos científicos pero se plantean si ¿todo lo que se puede hacer se debe hacer? Obtienen buena media y optan a carreras demandadas y de prestigio pero ¿saben el lugar que quieren ocupar en el mundo? son bilingües, incluso trilingües pero ¿saben el poder que tiene la palabra? Están preparados para optar a grandes puestos de trabajo y bien remunerados pero¿Todo vale para conseguir un puesto de trabajo? Serán médicos, ingenieros, profesores, economistas…. Pero ¿serán?

Durante muchos años fui profesor de Ética. Solo una hoja “La Hoja” bastaba para plasmar todo lo aprendido durante el año. El objetivo no era el contenido teórico ¡La ética no se estudia, se VIVE!
 Invité apasionadamente a los alumnos a ser terceras moscas, para no huir de la vida, para no ser espectadores, para enfrentarnos a la vida desde unos valores maduros elegidos en libertad. Enseñaba que lo importante era SER, no ser químico, ingeniero o profesor sino SER. En una viaje a Ítaca en el barco Sócrates, aprendimos que “Yo soy mis elecciones” y que en ese viaje que es la vida ¡podemos cambiar el mundo!

El profesor Keating nos enseñaba que continuaba el poderoso drama y que tú puedes contribuir con un verso ¿Cuál es tu verso? Y que el Carpe Diem, aprovechar cada momento, no es caer en la estupidez sino vivir plenamente y con sentido. Crecer viendo las cosas desde distintas perspectivas.

Invité a los alumnos a hacer de su vida algo extraordinario. Que somos personas y tenemos dignidad. No somos medios ¡somos fines!.  No usar y no dejarme usar. No me vendo. No quiero caretas.

Desde la ética invitaba a los alumnos a vivir con pasión. A no sobrevivir sino a VIVIR. Como guerreros de la luz. Nuestra intrínseca finitud humana hace que nos equivoquemos, que cometamos errores, que tropecemos…y no pasa nada, lo grave y prohibido es no poner pasión en aquello que hacemos.

Al final va a ser verdad que el efecto 2000 iba a traer la “destrucción” de la humanidad. Si no apostamos por asignaturas en el curriculo que fomenten la reflexión ética y el estudio serio de la ética no nos asustemos de hombres y mujeres en manada que no piensan, que no paran, que no respetan, que no saben de dignidad, que no luchan por un mundo mejor.

Recuerdo con cariño la mirada única de todos los alumnos a los que impartí Ética durante catorce años. Especialmente recuerdo hoy a mi queridísima promoción del año 2000. Fuistéis los últimos. Os vais cargados de tesoros, Cuidado con los ladrones. Sé que todos ellos, los primeros y los últimos, siguen en el empeño de cambiar el mundo ¡Bendita locura!






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