El
trabajo que presento a continuación pretende ser una síntesis de todo lo
aprendido durante estos cuatro años. A partir de los conceptos de cuerpo y relación llevo a cabo una síntesis de los núcleos más importantes
en la reflexión teológica.
Me
diste un cuerpo es una expresión de San Pablo que aparece
en la Carta a los Hebreos 10, 5. He
elegido el concepto de cuerpo porque a lo largo de estos años y en varias
asignaturas, se ha puesto de manifiesto la importancia de éste en la teología.
Me parece que el cristianismo sigue arrastrando una concepción negativa del
cuerpo sospechando de todo aquello que tenga que ver con lo corporal y material
por ser algo que aleja de Dios. Así lo he vivido yo y así percibo que lo viven
y sienten muchas personas que me rodean (jóvenes y adultos). También soy
consciente del esfuerzo que han hecho Papas, obispos y teólogos después del
Vaticano II en la línea de dignificar lo corporal. Es una tarea urgente y
necesaria hacer una reflexión que ponga de manifiesto la dignidad y la
importancia del cuerpo.
Hablar
del cuerpo es tomarnos en serio la encarnación. Hablamos sin demasiada
dificultad de que Dios se ha hecho hombre, pero creo que no llegamos a entender
el significado profundo de esta afirmación ni las consecuencias teológicas que
supone asumir este hecho extraordinario. Dios ha querido tener cuerpo, por este
motivo, nada malo ni sospechoso puede ir relacionado con esta realidad puesto
que Dios la ha asumido. Considero que hablar de cuerpo, es poner de manifiesto
la apasionante novedad cristiana.
Cuando
hablo de cuerpo no solo me voy a referir a la carne, sino a todo el universo
corporal, material, exterior, espacio-temporal. Parece que el ámbito
privilegiado para hacer teología es todo lo que tiene que ver con la
espiritualidad, lo eterno, lo infinito, lo intangible, lo celestial… al poner
de manifiesto el cuerpo como eje central de la reflexión también pongo de
manifiesto que a través de todo lo corpóreo, lo material, lo terrenal, lo
finito, lo caduco, lo espacializado y temporalizado y lo sensitivo también se
puede llegar a Dios. En la corporeidad el ser humano se expresa en su totalidad
en lo que él es y la teología nos enseña el auténtico sentido del cuerpo.
Pretendo
que este trabajo sea una invitación para todos los cristianos a vivir de una
manera más encarnada, a reconciliarse con el cuerpo, a valorar el polvo, el
barro y la tierra.
Al
centrar la reflexión en el cuerpo, necesariamente surge la idea de relación como paradigma en la reflexión
teológica. El trabajo pretende analizar todas las relaciones que se dan en
teología y que son posibles gracias a nuestro cuerpo. La relación anhelante del
hombre y Dios, la relación del hombre y Jesús, la relación escandalosa del
Padre y el Hijo, la relación misteriosa en el mismo seno de Dios, las
relaciones provocadoras de Jesús con los hombres y mujeres de su tiempo, las
relaciones humanas entre los hombres… parece que al final, todo es cuestión de
relaciones.
Si
el hombre es relación también es palabra, es diálogo, es encuentro, es
comunión, es alteridad… son conceptos claves que irán apareciendo a lo largo de
este trabajo.
Otro
motivo por el que he elegido este tema es porque creo que estos conceptos
pueden ser bien entendidos por los jóvenes, hombres y mujeres de hoy. Debido a
mi vocación de educador, en el sentido amplio de la palabra, todo lo aprendido
estos años ha ido siempre acompañado de la inquietud de cómo poder compartirlo
y comunicarlo a todos aquellos con los que comparto el camino. He sentido el
gozo de encontrar un “tesoro escondido” que quiero compartir. Creo que desde el
concepto de cuerpo y relación, el mensaje religioso puede ser bien entendido por
los jóvenes, adolescentes, hombres y mujeres de hoy. Creo que invitar al hombre
y a la mujer de hoy a que se acerquen a Dios amando su cuerpo y desde la
categoría de relación, puede ser sugerente y atractivo.
Ningún
ser humano es ajeno a lo humano. La solidaridad, la empatía, el acompañar al
que lo necesita son valores asumidos hoy en día y entroncan con lo más profundo
del ser humano. Con este trabajo pretendo poner de manifiesto que, en lo
humano, en lo más humano, está latiendo el rostro de Dios.
Desde
los distintos ámbitos de contenido que presento en este trabajo, intento
presentar a un Dios que nos mira con rostro humano.
Todos
los capítulos van acompañados de unos versos de diferentes poemas de todos los
siglos. Son dos los motivos por los que lo he hecho. En primer lugar, por mi
gusto personal y mi formación profesional como filólogo. En segundo lugar, y
más importante, porque el lenguaje poético es la herramienta que ha encontrado
el ser humano a lo largo de los siglos para poder explicar y expresar lo
inefable, lo que resulta difícil de comunicar, aquello que desea comunicar, porque
es esencial para su vida, pero no puede porque la finitud del lenguaje humano
se presenta como barrera infranqueable. En muchas ocasiones la teología tiene
como objetivo profundizar y explicar aspectos que por estar envueltos en el
Misterio o por “tocar” lo más profundo del ser humano no puede hacerlo con
lenguaje humano y tiene que recurrir al código poético. Creo que poesía y
teología comparten el hecho de moverse en la frágil línea que separa lo humano
y lo divino.
Si te interesa mi síntesis teológica y te apetece leerla no dudes en pedírmela, estaré encantado de compartirla. Pincha AQUÍ.
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