Me llama
poderosamente la atención el éxito de cursos, clases o jornadas sobre yoga,
Mindfulness, atención plena, inteligencia emocional, equilibrio espiritual,
consciencia de uno mismo… se muestran como una demanda social en auge. Está de
moda. Vivimos en una sociedad rápida, estresada, de horarios apretados, de
agendas asfixiantes y resulta necesario buscar momentos de paz, de tranquilidad
y de calma. Las personas sienten que necesitan “desconectar” y parece que en estas
“nuevas” alternativas han encontrado la solución.
Los niños también
viven esta situación de agenda desbordada de clases, deberes, partidos y
extraescolares elegidas por sus padres. Existen muchos cursos destinados a esta
búsqueda de paz, de equilibrio y de serenidad destinados específicamente al
público infantil. Tienen éxito las clases de yoga en familia y los cursos sobre
técnicas de relajación infantiles. Google registra 1.340.000 resultados si
buscas estrés infantil.
Los adolescentes
y jóvenes pueden pasar en cuestión de segundos de la más absoluta euforia a la
más absoluta depresión. El adolescente vive con euforia exagerada y
descontrolada situaciones cotidianas (aprobar un examen, que su equipo de
fútbol gane una competición, que sus padres le permiten acudir a una fiesta…) y
del mismo modo viven otras con una gran frustración, ansiedad, rabia y absoluta
desolación (un suspenso, un límite de sus padres, un castigo del profesor…)
Muchos de ellos acuden a psicólogos y couches para aprender estrategias de
equilibrio y control emocional. Cada vez es más frecuente el diagnóstico de
ansiedad en adolescentes.
Nada de esto es
nuevo. No hemos inventado nada. Este objetivo ya fue perseguido por el griego Zenón de Citio en el Siglo III A.C. (fundador de la
escuela estoica) y fue continuado por el estoico romano Séneca, el esclavo Epicteto y el emperador
romano Marco
Aurelio.
El estoicismo es una doctrina
filosófica que busca el control de las pasiones, la quietud de espíritu, la
tranquilidad del alma, el equilibrio emocional. A este estado es al que
denominan ataraxia. El objetivo es ser feliz mediante el dominio de los
impulsos para conseguir de este modo la imperturbabilidad y la más absoluta
serenidad.
¿Y no es entonces la ataraxia lo que
estamos buscando los hombres y mujeres de hoy cuando vamos a clases de yoga, a
cursos de mindfulness o aprendemos técnicas de relajación y calma?
La
escuela estoica nos da las claves para conseguir esto:
Superar las
circunstancias del mundo exterior con la razón.
La clave no está en lamentarnos porque llueve sino cómo voy a vivir yo los días
de lluvia.
Aceptar todo
lo que suceda. No
procures que lo que sucede suceda como lo quieres, sino quiere que lo que
sucede suceda como sucede, y serás feliz (Epicteto)
No temer a
la muerte. La muerte es una quimera, pues cuando yo estoy,
ella no está; y cuando ella está, yo no (Epicuro)
Vivir el
momento presente siendo conscientes de la brevedad de la vida. Realizar cada acto como
si estuviéramos a punto de salir de esta vida, como si fuera nuestro último día
(Marco Aurelio)
Controlar
tus pasiones. Aprender a distinguir lo que está en tu
control y lo que no, hay ciertas cosas no pueden ser modificadas.
Vivir sin
arrepentimientos ni rencores. El
pasado no existe, son solo recuerdos en tu mente que puedes utilizar como medio
de aprendizaje.
Nada ni nadie puede perturbarte,
solamente tú tienes poder sobre tus emociones. Cada cual es tan desgraciado como imagina
ser (Séneca)
El estoicismo
se presenta hoy como un pensamiento válido y demandado porque en el Siglo XXI
se hace necesario parar, buscar la calma, conocerse a sí mismo, tolerar la
frustración, controlar las pasiones y buscar “oasis” de quietud.
Reivindico una
vez más la importancia de la filosofía en nuestras vidas. Es preciso terminar
con esta imagen de la filosofía como un pensamiento abstracto y complejo que nada
puede aportar al ser humano de hoy. Es una imagen falsa y engañosa el pensar
que la filosofía son pensamientos de “locos” de épocas pasadas y es absurdo
aprender lo que ellos decían porque hoy no sirve para nada. Urge entender la
filosofía para contextualizarla hoy, porque ayuda al niño, al adolescente, al
joven y al adulto a vivir de forma más plena y más feliz.
No infravaloremos a los sabios. Considero que
alguien es sabio porque ha sido capaz de captar la esencia del ser humano, sus anhelos,
sus deseos y sus preocupaciones fundamentales. Son sabios porque han
desarrollado la inteligencia necesaria para intuir respuestas válidas a las
preguntas radicales que surgen del interior del ser humano y en lo más
profundo, nada nos diferencia a los seres humanos del Siglo XXI de aquellos del
Siglo III A.C.
“Cuando se es joven, no hay que vacilar en filosofar, y cuando se es
viejo, no hay que cansarse de filosofar. Porque nadie es demasiado joven o
demasiado viejo para cuidar su alma” Epicuro. Carta a Meneceo.
Muy interesante
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