Querida Ministra Montero.
Usted no conoce a Laura. Decidió estudiar en una Universidad privada porque ofrecía un programa especializado en ingeniería biomédica. Durante sus años de estudio trabajó a tiempo parcial para costearse sus estudios. No fue fácil, pero su pasión por la biomedicina, su esfuerzo y su dedicación la llevaron a obtener su título. Hoy trabaja en un importante hospital y desarrolla tecnologías que salvan vidas.
Tampoco conoce a Carlos. Es hijo de una familia obrera, decidió elegir una Universidad privada para estudiar y su familia hizo muchos esfuerzos por costear sus estudios. Realizó prácticas en despachos de abogados y participó en competiciones de debate dedicando mucho tiempo, recursos y esfuerzos en su preparación. Nadie le regaló el título, fue el resultado de años de sacrificio. Hoy es abogado y defiende los derechos de los más vulnerables.
Seguro que tampoco conoce a Mario. Estudió bachillerato en un colegio privado. Nadie la regaló el bachillerato y su trabajo, su esfuerzo y sus noches sin dormir hizo que terminara sus estudios con una media extraordinaria. Sin embargo, no consiguió entrar a medicina, su verdadera pasión y vocación, por la EBAU (si quieres otro día te explico lo injusta que es esta prueba y las desigualdades que genera entre los estudiantes). Optó por entrar en una Universidad privada porque no quería renunciar a su vocación. Hoy es un gran doctor que salva vidas.
Tampoco sabe que la familia de Marina contaba con pocos recursos económicos cuando ella terminó bachillerato. Optó por estudiar en la Universidad privada de su ciudad para no tener que trasladarse a otra ciudad y aminorar así los gastos. Fue becada por esta Universidad después de un largo proceso donde demostró su potencial. Durante sus estudios trabajó en proyectos y participó en concursos de diseño. Su título no fue un regalo. Su título fue el resultado de años de esfuerzo y compromiso.
Señora Montero, no escribo desde la rabia ni con intenciones “políticas”, escribo desde el profundo respeto y amor que siento por la educación, mi verdadera vocación. Sus declaraciones son ofensivas, hirientes, ridículas, llenas de prejuicios y solo demuestran su ignorancia y torpeza. Una vez más. Afirmar que los alumnos de estas instituciones "compran el título" y que las universidades privadas suponen “una amenaza para la clase trabajadora” es, cuanto menos, una generalización injusta y desinformada. Pida perdón a todas las Lauras, Carlos, Marios y Marinas. Pida perdón a todos los profesores de las Universidades privadas que cada día se dejan la piel por enseñar, educar y formar buenos profesionales. Con su ignorancia ofende. Con sus declaraciones falta el respeto.
¿Usted pregunta a su médico si obtuvo el título en una Universidad pública o privada antes de confiarle su salud? ¿Le ha preguntado a su abogado dónde se formó? ¿Se lo pregunta al periodista que la entrevista antes de valorar sus reportajes? ¿Se ha interesado por saber en qué universidad se formó el arquitecto que diseñó su hogar, el ingeniero que ideó el puente por donde cruza cada día, el cocinero que prepara las comidas cuando va a un restaurante o al maestro que educa a sus hijos?
La calidad, dedicación y profesionalidad de estos hombres y mujeres no depende del tipo de institución en la que se formaron, sino de su esfuerzo, pasión y compromiso con su vocación. La educación, pública y privada, es un medio para alcanzar conocimiento, competencias y excelencia y nunca debe convertirse en motivo de división ni de prejuicios.
Un ministro debe abanderar la unidad y el respeto en el sistema educativo y no generar conflictos ni rivalidades. La educación debe ser un medio para construir puentes. Declaraciones que dividen y enfrentan a la comunidad educativa van contra los principios educativos. En educación todos remamos en la misma dirección. Lo que verdaderamente no educa son sus declaraciones.
No sé si usted tiene un título universitario, tampoco sé dónde lo obtuvo. Me da igual. Por lo público o por lo privado, en su caso, fue un fracaso.
Un saludo
Sergio Calleja
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