COMO DECÍAMOS AYER...

     Aunque oficialmente sea enero el mes que marca el inicio del año en los calendarios, para alumnos, profesores y familias con hijos en edad escolar es el mes de septiembre, el verdadero inicio de un nuevo año. Septiembre marca el principio de algo nuevo y suena a pistoletazo de salida; te reta a nuevos objetivos; te obliga a aceptar cambios; te conduce a la inquietud de las primeras páginas; sabe a agendas nuevas, a libros por estrenar y a cuadernos en blanco; huele a forro, a lápices recién afilados y a estuches limpios. Una de las cosas que evidenció la pandemia es que el calendario escolar marca irremediablemente el ritmo vital de la sociedad.

         Y si este mes siempre es el principio de algo, se me antoja que este Septiembre de 2021 es más nuevo si cabe. Después de dos cursos complicados, donde son evidentes las cicatrices de las heridas en alumnos y profesores, volvemos como soldados después de la batalla, para recuperar el primer amor. Aunque el virus no ha desaparecido y no existe el riesgo cero, aunque siguen los protocolos, las mascarillas y las distancias, aunque seguimos con 17 modelos educativos y la sombra de la Celaá es alargada, empezamos a vislumbrar con esperanza la normalidad, se hace necesario recuperar la ilusión y creer esperanzados que todo irá a mejor.  No nos podemos permitir abrir el nuevo curso si no es desde la ilusión y la esperanza. Que nadie nos lo robe ¡cuidado con los ladrones!

Somos afortunados por poder tener una profesión que permite estrenarnos cada año, aprender de los errores cometidos, reintentar lo que no puedo ser y mejorar lo que salió bien y de ese modo poder hacerlo todo nuevo.

            Somos afortunados porque podemos reinventarnos cada curso escolar, empezar un cuaderno en blanco y volver a escribir nuestra historia profesional. Somos afortunados porque cada año podemos renovar nuestra vocación con rostros nuevos y con miradas diferentes.

Cuidado con el fantasma de pensar que los alumnos suben con carencias debido a la situación vivida y por este motivo es necesario exigir más e ir más deprisa, ya he leído titulares en algún medio de comunicación (que en realidad son medios de confusión) como La vuelta al cole con tres meses de retraso en aprendizajes. No nos olvidemos de la importancia de respetar ritmos para que nadie se quede atrás. La solución no es ir más rápido porque lo vivido no ha sido un tiempo perdido en educación. Lo importante no es hacer, lo importante es saber por qué y para qué lo hacemos. No confundamos información y conocimiento.

Querido compañero profesor, tú y yo sabemos que independientemente de los años que llevemos en esta bendita profesión, cada año somos “profesores nuevos” y volvemos a sentir los nervios y la ilusión de la primera vez. Feliz año, feliz curso… como decíamos ayer.